Estaba en el último semestre de la preparatoria, a tan sólo unas semanas para graduarme; era un alumno de excelencia y un hijo ejemplar, con muchas ilusiones por delante.
No fumaba, ni tomaba, me habían inculcado ser responsable, solidario, respetuoso, honesto…
Por las tardes ayudaba a mi padre en una modesta tienda de abarrotes, él me daba algo de dinero y con mis ahorros compré un “vochito”…
Era sábado por la noche, cuando mis amigos me invitaron a una reunión, pasamos una velada agradable, después de que lleve a algunos amigos a sus casas, me dispuse a regresar a la mía…No me dejaron llegar...
Todo pasó tan rápido faltaban 4 cuadras para llegar a casa... la luz verde del semáforo me invitó a seguir mi camino, no me percate de que Christian Arias De La Torre y Fco. Javier Álvarez Del Castillo Iñiguez, habían tomado la avenida como pista de carreras, parecía un ataque terrorista; las luces de sus bólidos me enceguecieron, sentí el primer impacto lateral, ensordecedor, demoledor, quirúrgico, la puerta se hizo pedazos, perdí el sentido de la realidad, mi “vocho” giro como rehilete, aturdido antes de darme cuenta que estaba pasando, vino el segundo impacto contundente, fulminante, el tremendo golpe recibido hace estallar mi cráneo, mi auto es proyectado hacia un poste. Entre los restos de lo que fuera mi “vochito”, yace mi cuerpo sin vida, hecho pedazos en una simbiosis con los fierros retorcidos…Luego solo el silencio…, por fin todo ha terminado, me desprendo de mi cuerpo físico, mi alma vuela hacia Dios, dicen que fue muerte instantánea, eso ya no importa en unos segundos mis sueños se esfumaron y mi familia muerta en vida…
Mis victimarios son hijos de unas personas muy influyentes, en el lugar de los hechos en solo 15 minutos el Sr. Fernando Arias Pérez, vocero estatal, les arreglo su inocencia, por lo que en premio a su eficacia, el Sr. Arias fue promovido, será el vocero del recién nombrado Secretario de Gobernación, Ex–Gobernador de Jalisco, Francisco Ramírez Acuña.
Me enseñaron a perdonar, por lo que en este juicio sumario, ya perdone a mis victimarios, a sus padres y a sus cómplices; pero me dan lastima, los veo huecos, vacíos, sus conciencias no los dejaran en paz, aunque se traten de ocultar con una careta de aparente tranquilidad, no podrán nunca mirar a los ojos, ni podrán mostrar sus manos porque están manchadas de sangre, serán repudiados por la sociedad y la culpa los perseguirá hasta su muerte.
Tu decides, una cosa es el perdón y otra la justicia, ¿Quieres que sea una victima anónima más o luchamos por hacer justicia?.
† Néstor Alan Rodríguez Licea (18 años) 4 de Mayo 1988 - 26 de Noviembre 2006
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